miércoles, 18 de abril de 2012

EL TERCER OJO


El tercer ojo: Una puerta a lo invisible




Los egipcios se servían de él para anticiparse al futuro, los hindúes lo consideraban la llave de la iluminación y los aztecas intentaban despertarlo para obtener una visión directa de lo invisible. Lo cierto es que el tercer ojo fue considerado el "órgano del alma", en numerosas civilizaciones ya extinguidas, las que coincidieron en ubicarlo en el entrecejo, sobre la frente.

Durante años, el tercer ojo fue incluido en el terreno de lo mítico, considerándolo incluso como receptáculo del Gran Ojo Sagrado, pero en la actualidad ha extendido su reconocimiento al plano científico, pues la ciencia cree haber establecido una conexión entre él y la glándula pineal, un órgano de función desconocida que todos los seres humanos poseemos, casi oculta entre la masa encefálico, así mismo vinculada a la longevidad y juventud.

El esoterismo y la parapsicología insisten en señalar al tercer ojo como el responsable de la telepatía y la visión extrasensorial. Aseguran, además, que si bien los místicos y los niños pequeños son quienes tienen mayores posibilidades de utilizarlo, todos podemos despertar su poder con un poco de práctica, para abrimos así al maravilloso universo de la intuición y supravisión de lo invisible.



Milenarias creencias respecto del Ojo Sagrado:

Se cree que en el Paleolítico los seres humanos conocían la existencia del tercer ojo, ya que se han encontrado en diversos puntos del planeta antiguos cráneos que habían sido trepanados en la frente y en la coronilla: Una práctica bastante habitual en el centro de Europa y en la América Precolombina, cuyo fin era "abrir" un ojo artificial, en el lugar exacto en donde debía ubicarse el verdadero ojo sagrado.

Pero la teoría esotérica más antigua sobre el tercer ojo la encontramos recién en Egipto. Para los egipcios sólo los faraones poseían este órgano de visión extrasensorial, al que llamaron el Ojo de Horus. En muchas de sus pinturas sagradas, lo representaron como un triple ojo, símbolo de la trinidad ocultista del dios Toth. Y también en numerosos sarcófagos, estatuas y en los relatos del "Libro Oculto de la Morada" (la gran obra religiosa de los habitantes del Nilo) el tercer ojo aparecía asociado a una serpiente, ya que este animal, enrollado en espiral sobre la frente de un iniciado, permitía leer el destino.

La otra civilización que se ocupó de la existencia del tercer ojo fue la hindú. Los lamas tibetanos, en su intento por lograr el desarrollo interior a través de la capacidad de la mente, consideraban el tercer ojo como un punto de proyección hacia la conciencia cósmica. Asociaban este sitio con el sexto chakra (uno de los centros superiores de energía del cuerpo humano, situado entre ambas cejas), adjudicándole las funciones de aguzar la intuición y de permitirle al hombre el éxtasis.

Casi todas las técnicas para---abrir el tercer ojo son herencia de los monjes del Tibet. Meditar, llevando toda la atención al entrecejo es una de ellas, así como concentrarse en la observación de cristales (que reflejan la luz tal como el tercer ojo multiplica la Verdad), ya sea cristal de roca, una bola de cristal o incluso un cuenco de agua cristalina.

La trepanación también era habitual entre los lamas orientales para ayudar al florecimiento de este poder intuitivo, aunque en la actualidad se considera que esta práctica es muy peligrosa, ya que una persona que no esté preparada para ver el futuro, distinguir el aura humana o realizar viajes astrales, corre el riesgo de enloquecer. Cuando un lama iba a ser trepanado, permanecía a oscuras un día entero, con una compresa de hierbas anestésicas sobre su frente. Al amanecer se lo conducía a otra habitación, en la cual un grupo de lamas le clavaban en el entrecejo un punzón esterilizado, hasta llegar al hueso. Durante 3 semanas, el iniciado permanecía sin comer, con una astilla de madera en su herida. Al finalizar este período se quemaba la astilla con incienso, como ofrenda, luego de lo cual el lama era ya capaz de distinguir el aura de las personas a voluntad.

Para los biólogos del siglo pasado, la glándula pineal era apenas un órgano atrofiado, que a lo largo de la evolución humana había perdido su función y, utilidad. Pero cuando en 1959 el investigador norteamericano Aaron Lerner relacionó este órgano con la producción de una hormona llamada melatonina, muchos estudiosos se interesaron en esta glándula y en las legendarias teorías que la vinculaban al tercer ojo.

Lo primero que se descubrió fue que la glándula pineal, a pesar de estar ubicada en el centro de la masa encefálica, era casi tan sensible a la luz como la retina: la oscuridad lograba activarla, llevándola a producir mayor cantidad de melatonina, mientras que la luz la mantenía en una especie de letargo.Como la melatonina es una hormona que interviene en el desarrollo sexual y también en ciertos cuadros depresivos, se pudo comprender entonces por qué en países fríos, donde la luz solar era escasa, la poca estimulación de la glándula pineal ocasionaba una maduración sexual tardía y cuadros depresivos mucho más frecuentes. Pero al mismo tiempo (aunque las estadísticas no se ocupasen de este "detalle") también en los lugares de inviernos rigurosos como el Tibet o Escandinavia los poderes paranormales parecían más frecuentes, a causa de una mayor actividad pineal.

Mientras la biología humana realizaba estos descubrimientos, los zoólogos y paleontólogos descubrían que numerosos animales poseen también una glándula semejante a la pineal, la cual está estrechamente relacionada con el instinto de conservación y con el reloj biológico. La novedad que aportaron estas investigaciones fue que tanto los reptiles prehistóricos como las palomas y ciertos peces, percibían -gracias a esta glándula- variaciones en el campo magnético y distinguían además los cambios de intensidad en las ondas ultravioleta, siendo probable que esta percepción les permitiese "ver" realidades que los humanos ni siquiera sospechamos. Estos datos llevaron a los investigadores a remitirse a las fuentes del budismo, que ya en el siglo V a.c sostenía que el sexto chakra, donde se ubica la glándula pineal, es una ventana hacia la luz divina.

Para estos ascetas, el tercer ojo es una especie de "antena cósmica" y su doctrina sostenía que aprendiendo a desbloquear energéticamente este sitio cualquier ser humano -según sus propias experiencias personales- podría comunicarse con seres no físicos, leer el pensamiento y visualizar el aura de quienes los rodeaban. Algunos neurobiólogos de avanzada, convencidos de la verdad biológica que se ocultaba en los preceptos del misticismo, comenzaron a experimentar con animales y luego con seres humanos para determinar si la glándula pineal era o no un órgano atrofiado.

Fue así que, luego de diversas pruebas, el doctor español José Luis Bardasano elaboró en 1971 una tesis fundamental que lleva su nombre. Según este científico, si bien no se puede afirmar categóricamente que el tercer ojo exista, tal como lo describieron los egipcios y los hindúes, sí puede asegurarse que la glándula pineal es la sede anatómica de la percepción extrasensorial y que, a pesar de estar poco desarrollada en el hombre, se la puede estimular convenientemente con prácticas de meditación profunda y con ejercitación lumínica

VELO Y VEO, DOS FORMAS DE ENTRENAMIENTO: La glándula pineal se activa en la oscuridad y se atrofia al recibir demasiada luz. Esto fue comprobado ampliamente por los neurobiólogios que enunciaron las teorías VELO y VEO, vinculadas con este fenómeno.

VELO es el nombre que se le aplica a la activación de la glándula pineal, mediante sesiones de oscuridad prolongada, hasta lograr ver los objetos a pesar de la falta de luz. se entrena a la persona, colocando una venda en sus ojos y un objeto frente a ellos, en plena oscuridad. Primero se distingue una luz grisácea hasta que llegan a notarse las formas, colores y detalles, con disciplina y entrenamiento diario. Bastan unos 10 minutos diarios.

Otra forma de entrenar la glándula pineal es mediante la práctica del VEO, que consiste en permanecer con los ojos vendados en un sitio luminoso, tratando de concentrar la energía en el entrecejo, hasta percibir las imágenes. Este ejercicio es más complicado que la práctica VELO, requiere mayor entrenamiento y concentración y, por eso, para quienes se inician en el desarrollo de su tercer ojo es más recomendable acudir a la técnica VELO.

De todos modos, ambas ejercitaciones lumínicas son de gran utilidad para mejorar el funcionamiento pineal, permitiendo que en forma paulatina se aprenda a ver en la oscuridad, mejorando la propia intuición y ayudando a que quienes las practican puedan distinguir el aura (una irradiación luminosa y colorida que rodea a todos los seres vivos).

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